En la actualidad, muchas personas migran hacia otro país, con el objetivo de desarrollarse en algún ámbito de su vida, ya sea en lo personal, profesional, familiar, etc. Y es que esto si es posible, pero se desconoce y poco se habla del impacto que provoca esta experiencia en el individuo y su entorno. 

Desde una perspectiva psicoanalítica, se comprende a la migración, como algo más que un movimiento físico, esto ya que conlleva un movimiento psíquico, que implica una fragmentación de todos los puntos referenciales (sociales, culturales, relacionales, históricos, políticos, climáticos, alimenticios, idioma), con los cuales contaba la persona que migro en su país de origen y de algún modo conformaban parte de su subjetividad y de su manera de pensar y de ver el mundo. De este modo, la migración, implicaría una cifra innumerable de duelos de aquellos puntos referenciales que conformaban la subjetividad de un individuo, lo que se traduciría en una crisis de la identidad en la persona que migra, la cual tendría el carácter de ser potencialmente traumática. En este sentido, me refiero, a que la experiencia migratoria, pudiese llegar a producir traumas en las personas que no cuentan con los recursos necesarios para poder superar la crisis identitaria adyacente al movimiento migratorio, al cabo de un tiempo por sí solos. 

En relación con lo anterior, la migración enfrenta a un movimiento psíquico a la persona que migra, que requiere de un proceso de adaptación y re-estructuración psíquica interna. Siendo el psicoanálisis de gran ayuda en la elaboración de esta experiencia y un espacio de acogida, de todos aquellos sentimientos, silencios e incomprensiones que se encuentran entrelazados a la singularidad de la experiencia migratoria en cada sujeto, para que, de ese modo, el individuo, pueda reafirmar su identidad, incorporando aspectos tanto del lugar de origen como del nuevo destino y lograr un afianzamiento de su autoimagen, y su visión acerca del mundo. Por ende, la terapia psicoanalítica, es una herramienta útil para que el migrante pueda adaptarse y logre vivir un proceso migratorio de forma satisfactoria, y no llegue a desarrollar patologías, tales como la depresión, pudiendo lograr el objetivo de enriquecerse con su experiencia migratoria, para llegar a verla como una experiencia de ganancia, más que de pérdida.