Desde una perspectiva psicoanalítica, se comprende que el trabajo de un duelo en un paciente, implica pensar que es mucho más que la superación de sentimientos de extrañeza, tristeza y/o culpa en relación a la pérdida de un ser querido. Puesto que, para un correcto abordaje del duelo en un espacio terapéutico, se debe tener presente que para que exista un duelo, se tiene que haber perdido no a una persona cualquiera, sino a una persona que es amada y que su rol era único y cumplía una función principal en nuestra vida y en la imagen que la persona tenía acerca del mismo. Desde otras palabras, esa persona que se perdió influía en algún sentido en nuestro autoconcepto, el cual se encuentra asociado a nuestra autoestima.
En el sentido anterior, se requiere comprender que todos los duelos que una persona tiene en su vida, tendrían un componente narcisista importante, ya que las pérdidas significativas provocarían el sentir que se pierde algo también de sí mismos, es decir, de la subjetividad (González, 2005). Por ende, para el abordaje de un duelo en terapia, se requiere poner al tapete la pregunta ¿Qué se pierde en un duelo?, es que no todos al perder la madre, el padre o a la abuela, pierden lo mismo. Se hace necesario interiorizarse en el lazo que se había construido con esa persona y en las singularidades que este le habría entregado. Esto, ya que, el lazo con la persona pérdida, conformaba y sigue conformando parte de su existencia y es precisamente en ello, que se requiere generar un trabajo de duelo, en esa relación cargada de significaciones inconscientes que de alguna manera constituyen la subjetividad del individuo.
Por lo tanto, el psicoanálisis es una herramienta que permite la escucha y la comprensión de la singularidad de la experiencia de duelo, y junto con ello la elaboración de aquellos lazos perdidos, que permiten la re-estructuración psíquica en las personas que sufren este padecer. Conllevando, lo anterior, que todos esos sentimientos de tristeza, ansiedad, culpa, angustia, asociados a una experiencia de duelo, puedan ser apaciguados y que no caigan las personas en patologías, tales como la melancolía (devaluación exorbitante del propio ser, al no haberse elaborado un duelo).